miércoles, agosto 30, 2006

Una mega HAE: Ella vino

"It's not a second,
but seven seconds away,
just as long as I stay,
I'll be waiting,
I'll be waiting"
Seven seconds, Youssou N'dour & Neneh Cherry

Cuando yo entré a trabajar en agosto, quedaba más que claro que mi próximo viaje a cualquier lado, sería dentro de un año, por el asunto de las vacaciones. De cualquier manera habíamos platicado la posibilidad de que Ro viniera en noviembre y empezamos a juntar dinero.

El puente de Día de Muertos era perfecto: estaríamos varios días juntas, yo no tendría trabajo y ella no tendría clases, pero claro, no todo podía salirnos bien: poco antes, perdí un dinero destinado al viaje y todos nuestros planes se vinieron abajo. Ninguna de las dos tenía más y yo era demasiado orgullosa para pedir prestado.

No voy a ahondar en cómo pasó, pero lo cierto es que los siguientes meses fueron muy tristes para nosotras. No sólo fue el hecho de no poder vernos... yo siento que lo que nos caló muy fuerte fue sentir esa fragilidad, esa sensación de que cualquier cosa podía salirnos mal y de que nuestra relación a distancia era mucho más difícil de lo que imaginábamos.

De pronto nos dimos cuenta de que en febrero ella tenía vacaciones y yo puente por Carnaval, bendito Carnaval. Hicimos planes, cuidamos mucho todos los detalles, inventamos un congreso de psicología (vieran que bonito nos quedó el programa del congreso) y ella emprendió el viaje. Ro llegó al D.F. en camión y de ahí tomó un vuelo. Teníamos muchísimos nervios, sobretodo por el pendiente de que ella estaba viajando sola.

Ahora, con el pasar de los años, me doy cuenta de que esos nervios eran totalmente innecesarios: viajar es tan automático, que no hay nada de que preocuparse... pero claro, nosotras lo estábamos haciendo solas y además a escondidas.

Tenía que trabajar medio día de aquel viernes en el que ella llegó, pero había pedido permiso con anticipación, así que salí con destino al aeropuerto. Estaba entrando cuando me llegó un mensaje de ella: Ya llegué. Y si ya de por sí iba con nauseas en el camino, ahora iba con todo y taquicardia corriendo a la sala de llegadas nacionales.

Pero ella no estaba ahí. Yo veía a la gente salir y salir, abrazándose y saludándose, pero no veía a mi novia. Le mandé un mensaje: ¿Dónde estás? Y de pronto alcé la vista y ella estaba ahí sonriendo, con el pelo en la cara, cargando su maleta. El instante que le tomó cruzar la puerta se me hizo eterno. Nos abrazamos muy fuerte y me dijo: Estoy toda sudada, No me importa, le contesté.

Tomé su maleta y salimos del aeropuerto. Ella miró hacia todos lados con la boca abierta y me dijo: ¡¿Dónde están las montañas? ¿Quién mandó a aplanar todo?! Nos reímos como mensas... ella tan acostumbrada a vivir rodeada de montañas y yo toda mi vida en tierra plana.

Tomamos un taxi con destino a nuestro hotel: otra vez los nervios, otra vez la electricidad de estar sentada junto a ella. Llegamos y subimos a nuestro cuarto, cerramos la puerta y me tiró contra la cama para poder besarnos y abrazarnos. Las ganas de quitarnos la ropa eran tremendas, pero no teníamos tanto tiempo: yo debía volver al trabajo.

Me acompañó y caminamos despacio, disfrutando cada paso y yo le enseñaba lo habitual para mí y de pronto lo sentía todo con un brillo distinto. Me dejó en la puerta del trabajo, me abrazó y nos despedimos. Verla caminando en mis calles era un sueño: se alejó mirándome, con las manos en los bolsillos y la sonrisa en el rostro.

Cuando entré a la oficina sentía que todos podían verme la cara de mensa. Trataba de controlar todos mis gestos, buscando que la sonrisa no me delatara. Me sentaba mirando las palabras y no podía concentrarme: las letras bailaban frente a mis ojos y yo no les encontraba ningún sentido. Fueron dos horas larguísimas hasta que por fin salí. Le pedí que nos viéramos en la esquina para ir a comer.

Nos fuimos a un Subway y ahí nos dimos cuenta de que ella no le entendía nada a la gente de aquí:

-¿Con qué pan desea su sub?
-¿Cómo?
-¿Con todos sus vegetales?
-¿Qué?
-¿Aderezo?
-¿Ja?

Por supuesto, yo era su intérprete personal y fui muy bien recompensada a punta de besos en el baño de mujeres.

Regresamos al hotel a estar juntas, a ser felices y a querernos, pero había un detalle: yo todavía no tenía mis cosas. Inventé que tenía que hacer un viaje de trabajo, pero irme al trabajo con todo y maleta era excesivo, así que teníamos que ir a mi casa.

Llegamos y no había ningún coche, le dije: No te preocupes, no hay nadie. Entramos y oí la voz de mi mamá: Chiquiiiis, cuando termines de alimentar a los gatos, ven a saludarme. La pobre Ro se puso a sudar frío y ya quería salir corriendo. Tranquila bebé, ahorita voy a ir a saludarla y ya no sale. Empecé a caminar, pero tuve que regresarme para jalar a mi novia petrificada en la puerta.

Salimos al patio y alimenté a los gatos, sentí lindo que por fin pudiera conocerlos. Nos sentamos en la banca un ratito y nos dimos un besito chiquito, nervioso. Seguíamos platicando muy bajito y de pronto oí: Chiquiiis, ¿dónde estás?

Entramos a la casa y le presenté a mi mamá. Ella se veía tan linda, tan nerviosa diciendo su nombre, tan formal. Y mi mamá dicharachera como siempre, sin saber que acababa de conocer a su nuera. Nos sentamos a platicar y mi mamá, orientadora de profesión, empezó a contarnos de su última plática de educación sexual.

-Ay Chiquis, necesito que me digas, porque ya le pregunté a tus hermanos y no tienen la más remota idea, ¿tú sabes qué es la operación jarocha?
-Ay mamá, ¿cómo no vas a saber eso? Es una operación de cambio de sexo.- Ro estaba que no se aguantaba la risa.
-Ay Chiquis y luego ¿qué crees que me preguntaron?
-¿Qué mami?
-Que dónde está el punto G.
- Ja ja ja, ay mamá ¿y qué les dijiste?
-Pues como no sabía bien y no quería que luego estuvieran buscándoselo, les dije que era móvil, que a veces anda por aquí y luego por allá.
- Jajajajajajaja- nos morimos de la risa.

Mi novia no podía creerse las ocurrencias de mi mamá y hasta la fecha le cuenta la anécdota a todo el que se deje. Luego mi mamá empezó a preguntarle que qué estudiaba, pero lo complicado estuvo cuando le empezó a hacer preguntas de la escuela. Intercepté las preguntas como pude y al rato le dije:

-Bueno Ro, vamos por mi maleta, que ya tengo que irme. Ro me va a dar un aventón a la estación ma.

Cuando íbamos subiendo las escaleras, entra mi papá a la casa y ahora a presentárselo. Mi pobre novia empezó a respirar de nuevo hasta que subimos a mi cuarto:

-Ay cómo eres, ¿no que no iba a haber nadie?
-Bueno, yo no sabía jajajaja.
-Qué mala eres y yo muriéndome de nervios.
-Ay pero te veías tan linda saludando a mis papás.

Nos acostamos un rato en mi hamaca y nos abrazamos, luego le dije que cerrara los ojos un momento. Tomé unos cerillos, prendí un montón de velas que habían en todo mi cuarto, apagué las luces y le dije ya.

-Esto es algo que tenía preparado para ti desde hace tiempo.
-Ay mi amor, qué linda. ¿En serio, desde cuándo bebé?
-Desde antes de conocerte, compré las velas y lo preparé todo y pensé: para cuando tenga novia.
-Aaaay mi vida, qué linda.

Esa noche fue hermosa: dormimos juntas, abrazadas y en la madrugada me despertó despacio con puros besitos.

Al día siguiente, fuimos a desayunar con una amiga mía. Mi novia tan linda no le entendía ni madres, además es tan penosa, que se la pasó arrejuntada conmigo, pegándome en la pierna. Luego fuimos a la calle a ver el Carnaval y nos morimos de la risa cuando Abby se fue corriendo para poder ver de cerca a la Rubia Superior.

Todos esos días nos la pasábamos caminando entre la gente abrazadas. Ella siempre me decía: ¿y si nos ven? pero a mí no me importaba. Disfrutábamos del anonimato entre el mar de gente sencilla que miraba el Carnaval y se olvidaba de todo una vez al año.

Fue genial volver a estar juntas, recuperar la sensación de estar con ella, de sentirla, de poder abrazarla, de poder despertar a su lado. Las dudas, los miedos, la tensión se habían ido: todo volvía a adquirir sentido a su lado.

El día que la dejé en el aeropuerto, no pude contenerme las lágrimas al abrazarla. Ella se fue y yo quería correr detrás de ella y seguirla, pero me quedé ahí parada: mirando el impasible ir y venir de las escaleras eléctricas, llorando, sin poder moverme de ahí.

Los días que siguieron fueron tristes, pero ya no importaba. No sabía cuándo iba a volver a verla, pero era lo de menos: ahora sabía que tarde o temprano estaríamos juntas para siempre.

Esta historia continuará...

10 comentarios:

  1. Anónimo5:27 p.m.

    bueno, bueno, no lo dices claro pero parece que ahora si hubo bañito.........yeah babys!!!!!!

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  2. Jajjajajaja sí que estás perdida: en todas ha habido "bañito".

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  3. Anónimo8:16 p.m.

    aaahhh pero la primera vez no, tú lo dijiste jejejejeje cuchiplancharon sin bañito de por medio.......mmmmm, ahora que lo pienso ni siquiera toallitas humedas jajajajaja...Naaa, Chumissssssss ya sabe que yo brrrrrromeo

    P.D._eso de la higiene es mi muerte jejeeje

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  4. aww que lindo, más más xD
    tons a ustedes sí les funcionó lo de quererse a distancia? yo tuve una experiencia así y no pude pero bueno, que lindo

    un beso

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  5. Cada vez me emociona mas leer lo que paso entre Ro y tu, Chuminita!!! Y el leerlas, me da muchas esperanzas. Y si, me recuerda mucho mi relacion con Shin.

    Abrazos

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  6. Aahh yo pensé que "bañito" era algo así como cojín jajajaja qué cosas!

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  7. dejo mensaje para la lecha xD que sí puede linkear mi cuento y publicar un fragmento.

    Gracias por los comentarios! :)
    un beso desde perú

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  8. Sí, hasta ahora nos ha funcionado muy bien Frulita, ya se irán enterando cómo vamos ;)

    Doffo: cuéntamos tu historia con Shin!

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  9. Anónimo6:08 p.m.

    Otra vez las lágrimas rodaron por mis cachetes de lechona lencha.

    Me parece una historia muy bonita, aunque me llamó la atención todo el show montado para que Ro se viniera de vacaciones para ver a Chumina. Pienso que a pesar de que me da mucho gusto como relatas los encuentros y los besos y los nervios; a la vez me parece odioso que una parte tuviese que ser a escondidas ( cuando es tan engorroso andarse escondiendo o paralizándose del miedo).

    A mi me da un gusto enorme, ver a las parejas de chicas que coquetean y se acarician en el café que frecuento en mi ciudad. Que mis compañeras de la facultad en donde estudio se tomen de la mano para pasar la calle y se den besitos los viernes de cine en el salón de usos múltiples.

    Pero bueno, el caso es que me gusta mucho tu historia de amor y me da un agradable sabor en la boca saber que mujeres como yo, se aman y se disfrutan más allá de cualquier ridícula restricción que una se pueda encontrar en el camino.

    Saludos desde Toluca¡¡¡

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  10. Ay mi querida asesina serial, es que mi suegra es todo un caso... podría escribir todo un capítulo entero sobre ella pero tampoco se trata de bajarles la moral ;)

    Gracias por leernos :D

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