Finalmente, retomamos el camino y nos fuimos al cine, donde habíamos quedado de vernos con una de mis mejores amigas y su novio. Llegamos a la plaza, caminamos un poco y cuando llegaron, compramos los boletos y entramos a ver "Hasta el viento tiene miedo" un remake de una película mexicana de terror.
Ro dijo que ella había visto la original y que estaba muy buena, así que teníamos altas expectativas de la película. En lo que empezaba la película, conversamos un poco con July y con Augusto. Mis amigos enseguida empezaron a burlarse de mí y a decirle a Ro como brinco con las películas de terror.
Empezó la película y vimos a Martha Higareda y a un grupo de bomboncitos haciendo como que se asustaban. La película incluso tiene sus ondas lenchas y varios desnudos gratuitos. Es una película palomera altamente recomendada para lenchas que gusten de colegialas.
Ro y yo estábamos muy tranquilitas y sentaditas, pero yo le tomaba la mano, le ponía una pierna encima de la suya, me le acercaba, le pedía besitos y se los robaba. Estuve como lapa mientras ella me decía:
- Amoooor pero hay gente atraaaaas.
- Sí, pero ellos están concentrados viendo la película, tú no te preocupes.
- Nos van a veeeeer...
- No nos van a ver, mira aquí tapo yo al abrazarte, dame un besito, ¿sí?
Salimos del cine y nos fuimos a cenar a otro lado. Nos sentamos y la conversación fluyó súper chévere, me dio gusto que July y Augusto pudieran conversar a gusto con Ro, sobretodo porque pudo conocer más sobre mí y ver cómo me llevo con mis amigos. Después de una larga sobremesa, nos despedimos y regresamos a Progreso.
No recuerdo exactamente qué hicimos esa noche pero estoy segura de que habremos desquitado todo lo que nos aguantamos durante el día.
Al día siguiente, nos levantamos tarde otra vez pero ahora sí fuimos al zoológico temprano. Nos tomamos fotos chistosas con las figuras de los personajes de Cri-Cri y vimos a todos los animales chéveres, pero Ro alucinó de verdad con los hipopótamos porque le encantan y porque habían grandes, chiquitos y bebecitos. Por cierto, esta vez Ro me trajo de regalo un lindo peluchito de hipopótamo al que bauticé como Poti. Es súper guapo, luego les contaré de él.
Mientras paseábamos en el zoológico, estuvimos conversando:
- Mi amor, ¿cuándo te gustaría que fuéramos a comer con mi mamá?
- Ay no sé, me da mucha pena.
- ¿Prefieres que sea el último día, por cualquier cosa?
- Sí, el miércoles.
- De todos modos nos tendríamos que quedar en mi casa para que te lleve el jueves temprano al aeropuerto.
- Ay que nerviooos
- Mira, le voy a mandar un mensaje a mi mamá y ya vemos que onda. Cualquier cosa, nos quedamos en otro lado, no pasa nada.
Después del baño de pueblo que nos dimos en el zoológico, entre señoras panzonas, carritos de bebé y niños que gritaban "¡Hola animal!" y "¡Mira sus huevitos!", quedamos muertas, así que tomamos el camino de regreso.
- Oye, nunca nos hemos enojado estando las dos juntas.
- Sí, es cierto.
- ¿Por qué será?
- Pues yo creo que porque nuestros problemas en realidad se deben a la distancia.
- Sí... ¿Y si nos enojamos?
- ¡Ja! ¿Quieres que nos enojemos?
- No, mejor no- me respondió con una sonrisa.
Cuando ya estábamos cerca de la carretera, el clima se puso onda lluviosa mal plan, lo que nos obligó a tomar nuestro plan b: refugiarnos en la Gran Plaza.
Cayó una lluvia torrencial que duró lo que tardamos en encontrar dónde estacionar y eso que no fuimos las únicas a las que se nos ocurrió la misma idea. Era domingo y Ro tenía el pendiente de llamar a una tía con la que había quedado de ir a comer ese día. El clima no era lo único que se ensombreció.
Ro trató de llamar al celular de su tía pero se equivocó de número, marcó otra vez pero no contestaban. No dejaba de preocuparse por lo que pudiera pasar, que su tía la fuera a buscar a su casa, que se dieran cuenta de que no estaba y las consecuencias que implicaba. Le mandó un mensaje a una prima pidiéndole el número de celular de la tía.
Entramos a la plaza y fuimos a comer algo. La zona de restaurantes estaba llenísima, no había dónde sentarse. Pedimos unas pizzas individuales y nos sentamos a esperar. Cuando Ro se preocupa es difícil animarla porque su mente se vuelve un mar de pensamientos que la doblegan y la abstraen.
Nos sentamos a comer y Ro comió despacio y dejó la mitad porque no tenía hambre. Caminamos un rato más dentro de la plaza para ver ropa y chucherías cuando de repente le llegó un mensaje de su prima, ahora sí con el número correcto del celular de su tía.
Ro le marcó enseguida y comenzó a caminar nerviosa alrededor. Le contestaron y empezó a hablar. Yo la seguía con la mirada esperando que todo saliera bien. Por fin colgó y respiró profundo.
- Era mi primo, que mi tía salió a hacer tamales con no sé quienes, que va a volver hasta más tarde. Al parecer se le olvidó, así que le dije a mi primo que no iba a comer, les pregunté como estaban y ya, todo tranquilo.
Sentí cómo se me quitó un peso de encima, por fin podíamos dejar de estar cabizbajas. Entramos a una tienda rocker y vimos una blusa que le gustó mucho a Ro.
- ¿Te gusta?
- Sí, está muy padre
- Ándale, pruébatela.
- No, está bien así.
Vimos varias cosas más y con todo era lo mismo:
- ¿Lo quieres?
- No gracias.
- ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Sí, claro.
- ¿Me vas a dejar comprarte algo?
- Sí, pero luego...
- Ahh y así me vas a dar el avión...
- Es que no quiero que gastes en mí.
- Pero el dinero es para gastarse y yo ahorré ese dinero para cuando tú vinieras...
- Sí mi amor, pero luego te quedas sin dinero y yo me siento culpable.
- Ok...
No quise insistir, de todos modos ya estaba dolida. Seguimos viendo tennis y luego libros. Ella vio un montón de libros que le gustaron pero por supuesto, no quería que le comprara ninguno. Agarré dos libros que encontré y le dije:
- Mira, este es el libro que estaba buscando, ¿te acuerdas?
- Sí, sí me acuerdo.
- Y este es el que siempre te menciono que te quiero regalar.
- Sí, sí es cierto.
Como no dijo nada, me encabroné y asenté el libro que quería regalarle. Sin decir nada pagué mi libro y nos fuimos.
- ¿Qué tienes?
- Nada...
- Tú tienes algo...
Yo sólo meneaba la cabeza, no quería que habláramos en la plaza. Salimos de ahí y caminamos hacia el coche, yo iba callada y muy seria.
- Ya dime qué tienes.
- No es nada.
Había gente caminando a nuestro alrededor. Llegamos al coche y nos metimos.
- Ahora sí, ya dime qué tienes.- me preguntó Ro.
- Pues nada, tú nunca dejas que te compre nada.
- Aaay amooor, pero es que no me gusta que gastes y luego yo sé que tienes todavía que pagar tu coche y que tienes tus gastos.
- Sí, pero no me dejas regalarte nada.
- Pero claro que sí, si estoy aquí porque tú me invitaste.
- Sí, pero eso no cuenta.
- Mi amor, no te enojes...
- Tú querías que nos enojáramos, ¿no?
- No, no, no, mi vida, no quiero que nos enojemos.
Salimos a carretera y yo todavía me sentía triste, Ro me acariciaba el rostro y me daba besitos. No me gusta enojarme con ella, pero a veces hay cosas que duelen. Y aunque nunca discutimos, ni gritamos ni nada de eso, a veces simplemente necesito mi espacio para estar dolida, así como ella necesitó su espacio para estar preocupada.
Cuando estábamos llegando, traté de dejar de pensar en mi molestia y le dije:
- Ahhh, quiero mostrarte algo, a ver si lo alcanzamos.
- ¿Qué cosa?
- Ahorita vas a ver, si llegamos.
En lugar de tomar el camino al hotel me seguí derecho para ir al malecón. Llegamos pero ya era demasiado tarde, el sol ya se había ocultado.
- Quería que vieras el atardecer en la playa, el sol se oculta en el mar y se ve padre...
- Aaaay mi amor, no te preocupes, ya vendremos mañana.
- Sí mi vida.
Entrando al cuarto nos dimos un baño porque estábamos bien mugrosas y pegajosas. Nos acostamos en la casa, todavía un poco tristes, nos abrazamos y nos besamos.
- ¿Sabes qué se me antoja ahorita?
- Que te...
- No, me gustaría mucho que me des un masaje.
Sacamos un aceite afrodisiaco que yo traía y Ro empezó a embadurnarme y a llenarme de aceite por todo el cuerpo, yo sólo sentía sus manos masajeándome por todos lados. Cuando ya me estaba emocionado y tenía ganas de que Ro hiciera algo más, me di cuenta de que estaba tan resbalosa que no podíamos hacer gran cosa. Voltee a ver y vi que Ro se había gastado más de la mitad de la botella en mí. Nos empezamos a reír y nos abrazamos.
El día siguiente estuvo súper tranquilo, salimos ahora sí a comer mariscos al malecón. Estuvimos recorriendo todos los restaurantes, checando el menú, hasta que nos convencimos de sentarnos en unas palapitas frente al mar. Junto a nosotras había un grupo de gaviotas que iba volando y regresaba cada vez que una niña aventaba un pedacito de pan. Pedimos unas micheladas, nos estuvimos vacilando una a la otra y luego nos comimos unos camarones y un filetito de pescado.
Empezó la película y vimos a Martha Higareda y a un grupo de bomboncitos haciendo como que se asustaban. La película incluso tiene sus ondas lenchas y varios desnudos gratuitos. Es una película palomera altamente recomendada para lenchas que gusten de colegialas.
Ro y yo estábamos muy tranquilitas y sentaditas, pero yo le tomaba la mano, le ponía una pierna encima de la suya, me le acercaba, le pedía besitos y se los robaba. Estuve como lapa mientras ella me decía:
- Amoooor pero hay gente atraaaaas.
- Sí, pero ellos están concentrados viendo la película, tú no te preocupes.
- Nos van a veeeeer...
- No nos van a ver, mira aquí tapo yo al abrazarte, dame un besito, ¿sí?
Salimos del cine y nos fuimos a cenar a otro lado. Nos sentamos y la conversación fluyó súper chévere, me dio gusto que July y Augusto pudieran conversar a gusto con Ro, sobretodo porque pudo conocer más sobre mí y ver cómo me llevo con mis amigos. Después de una larga sobremesa, nos despedimos y regresamos a Progreso.
No recuerdo exactamente qué hicimos esa noche pero estoy segura de que habremos desquitado todo lo que nos aguantamos durante el día.
Al día siguiente, nos levantamos tarde otra vez pero ahora sí fuimos al zoológico temprano. Nos tomamos fotos chistosas con las figuras de los personajes de Cri-Cri y vimos a todos los animales chéveres, pero Ro alucinó de verdad con los hipopótamos porque le encantan y porque habían grandes, chiquitos y bebecitos. Por cierto, esta vez Ro me trajo de regalo un lindo peluchito de hipopótamo al que bauticé como Poti. Es súper guapo, luego les contaré de él.
Mientras paseábamos en el zoológico, estuvimos conversando:
- Mi amor, ¿cuándo te gustaría que fuéramos a comer con mi mamá?
- Ay no sé, me da mucha pena.
- ¿Prefieres que sea el último día, por cualquier cosa?
- Sí, el miércoles.
- De todos modos nos tendríamos que quedar en mi casa para que te lleve el jueves temprano al aeropuerto.
- Ay que nerviooos
- Mira, le voy a mandar un mensaje a mi mamá y ya vemos que onda. Cualquier cosa, nos quedamos en otro lado, no pasa nada.
Después del baño de pueblo que nos dimos en el zoológico, entre señoras panzonas, carritos de bebé y niños que gritaban "¡Hola animal!" y "¡Mira sus huevitos!", quedamos muertas, así que tomamos el camino de regreso.
- Oye, nunca nos hemos enojado estando las dos juntas.
- Sí, es cierto.
- ¿Por qué será?
- Pues yo creo que porque nuestros problemas en realidad se deben a la distancia.
- Sí... ¿Y si nos enojamos?
- ¡Ja! ¿Quieres que nos enojemos?
- No, mejor no- me respondió con una sonrisa.
Cuando ya estábamos cerca de la carretera, el clima se puso onda lluviosa mal plan, lo que nos obligó a tomar nuestro plan b: refugiarnos en la Gran Plaza.
Cayó una lluvia torrencial que duró lo que tardamos en encontrar dónde estacionar y eso que no fuimos las únicas a las que se nos ocurrió la misma idea. Era domingo y Ro tenía el pendiente de llamar a una tía con la que había quedado de ir a comer ese día. El clima no era lo único que se ensombreció.
Ro trató de llamar al celular de su tía pero se equivocó de número, marcó otra vez pero no contestaban. No dejaba de preocuparse por lo que pudiera pasar, que su tía la fuera a buscar a su casa, que se dieran cuenta de que no estaba y las consecuencias que implicaba. Le mandó un mensaje a una prima pidiéndole el número de celular de la tía.
Entramos a la plaza y fuimos a comer algo. La zona de restaurantes estaba llenísima, no había dónde sentarse. Pedimos unas pizzas individuales y nos sentamos a esperar. Cuando Ro se preocupa es difícil animarla porque su mente se vuelve un mar de pensamientos que la doblegan y la abstraen.
Nos sentamos a comer y Ro comió despacio y dejó la mitad porque no tenía hambre. Caminamos un rato más dentro de la plaza para ver ropa y chucherías cuando de repente le llegó un mensaje de su prima, ahora sí con el número correcto del celular de su tía.
Ro le marcó enseguida y comenzó a caminar nerviosa alrededor. Le contestaron y empezó a hablar. Yo la seguía con la mirada esperando que todo saliera bien. Por fin colgó y respiró profundo.
- Era mi primo, que mi tía salió a hacer tamales con no sé quienes, que va a volver hasta más tarde. Al parecer se le olvidó, así que le dije a mi primo que no iba a comer, les pregunté como estaban y ya, todo tranquilo.
Sentí cómo se me quitó un peso de encima, por fin podíamos dejar de estar cabizbajas. Entramos a una tienda rocker y vimos una blusa que le gustó mucho a Ro.
- ¿Te gusta?
- Sí, está muy padre
- Ándale, pruébatela.
- No, está bien así.
Vimos varias cosas más y con todo era lo mismo:
- ¿Lo quieres?
- No gracias.
- ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Sí, claro.
- ¿Me vas a dejar comprarte algo?
- Sí, pero luego...
- Ahh y así me vas a dar el avión...
- Es que no quiero que gastes en mí.
- Pero el dinero es para gastarse y yo ahorré ese dinero para cuando tú vinieras...
- Sí mi amor, pero luego te quedas sin dinero y yo me siento culpable.
- Ok...
No quise insistir, de todos modos ya estaba dolida. Seguimos viendo tennis y luego libros. Ella vio un montón de libros que le gustaron pero por supuesto, no quería que le comprara ninguno. Agarré dos libros que encontré y le dije:
- Mira, este es el libro que estaba buscando, ¿te acuerdas?
- Sí, sí me acuerdo.
- Y este es el que siempre te menciono que te quiero regalar.
- Sí, sí es cierto.
Como no dijo nada, me encabroné y asenté el libro que quería regalarle. Sin decir nada pagué mi libro y nos fuimos.
- ¿Qué tienes?
- Nada...
- Tú tienes algo...
Yo sólo meneaba la cabeza, no quería que habláramos en la plaza. Salimos de ahí y caminamos hacia el coche, yo iba callada y muy seria.
- Ya dime qué tienes.
- No es nada.
Había gente caminando a nuestro alrededor. Llegamos al coche y nos metimos.
- Ahora sí, ya dime qué tienes.- me preguntó Ro.
- Pues nada, tú nunca dejas que te compre nada.
- Aaay amooor, pero es que no me gusta que gastes y luego yo sé que tienes todavía que pagar tu coche y que tienes tus gastos.
- Sí, pero no me dejas regalarte nada.
- Pero claro que sí, si estoy aquí porque tú me invitaste.
- Sí, pero eso no cuenta.
- Mi amor, no te enojes...
- Tú querías que nos enojáramos, ¿no?
- No, no, no, mi vida, no quiero que nos enojemos.
Salimos a carretera y yo todavía me sentía triste, Ro me acariciaba el rostro y me daba besitos. No me gusta enojarme con ella, pero a veces hay cosas que duelen. Y aunque nunca discutimos, ni gritamos ni nada de eso, a veces simplemente necesito mi espacio para estar dolida, así como ella necesitó su espacio para estar preocupada.
Cuando estábamos llegando, traté de dejar de pensar en mi molestia y le dije:
- Ahhh, quiero mostrarte algo, a ver si lo alcanzamos.
- ¿Qué cosa?
- Ahorita vas a ver, si llegamos.
En lugar de tomar el camino al hotel me seguí derecho para ir al malecón. Llegamos pero ya era demasiado tarde, el sol ya se había ocultado.
- Quería que vieras el atardecer en la playa, el sol se oculta en el mar y se ve padre...
- Aaaay mi amor, no te preocupes, ya vendremos mañana.
- Sí mi vida.
Entrando al cuarto nos dimos un baño porque estábamos bien mugrosas y pegajosas. Nos acostamos en la casa, todavía un poco tristes, nos abrazamos y nos besamos.
- ¿Sabes qué se me antoja ahorita?
- Que te...
- No, me gustaría mucho que me des un masaje.
Sacamos un aceite afrodisiaco que yo traía y Ro empezó a embadurnarme y a llenarme de aceite por todo el cuerpo, yo sólo sentía sus manos masajeándome por todos lados. Cuando ya me estaba emocionado y tenía ganas de que Ro hiciera algo más, me di cuenta de que estaba tan resbalosa que no podíamos hacer gran cosa. Voltee a ver y vi que Ro se había gastado más de la mitad de la botella en mí. Nos empezamos a reír y nos abrazamos.
El día siguiente estuvo súper tranquilo, salimos ahora sí a comer mariscos al malecón. Estuvimos recorriendo todos los restaurantes, checando el menú, hasta que nos convencimos de sentarnos en unas palapitas frente al mar. Junto a nosotras había un grupo de gaviotas que iba volando y regresaba cada vez que una niña aventaba un pedacito de pan. Pedimos unas micheladas, nos estuvimos vacilando una a la otra y luego nos comimos unos camarones y un filetito de pescado.
Después de comer, nos sentamos un ratito en la orilla del mar. Como no teníamos pan, arrojábamos conchitas para que las gaviotas se acercaban. Yo no sé si las gaviotas son muy ilusas o qué, pero nosotras seguíamos aventando conchitas y ellas seguían cayendo en el cuento, lo que nos tenía muertas de la risa.
Fuimos al hotel, pasamos un rato juntas, viendo tele y conversando:
- Oye, ¿y tu mamá no te ha contestado el mensaje?
- No, tienes razón, no me ha contestado.
- Qué raro, ¿no?
- Pues, está bien, si se siente incómoda, es su oportunidad de zafarse discretamente de la comida.
- Sí, mejor, porque me dan unos nerviooos...
Más tarde regresamos al Malecón para ver cómo se ponía el sol. Conversamos, nos reímos juntas, tomamos fotos, nos recostamos en la arena y nos abrazamos. He visto muchos atardeceres, algunos mucho más impresionantes que el de ese día, pero nunca me la pasé tan bien en uno.
De vuelta en el hotel, estábamos viendo tele y dándonos besitos cuando de repente sonó mi celular:
- ¡Es mi mamá!
- Ayyy, ¡mi suegra!
ESTA HISTORIA CONTINUARÁ...
ahhh siempre nos dejas picadas con tu historia... un beso
ResponderBorrarraios tndre ke esperar la kontinuacion d la istoria ...
ResponderBorrarosea me kede asi d : ke!!! dijo!!! tu mama!!! i ke onda?? ond'?? anda?? la mama d ella??? :O
ah yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderBorraryaaaaaaaaaaaaaaaaa
quiero la historia completa jajajajaja
Besotes
que buena onda =).
ResponderBorrarsi, comprendo lo de los espacios.
no deberías pedirle permiso para regalarle/comprarle algo, just do it ;). xD. ni modo que te haga regresarlo, ps no. heheheh.
atardeceres, tiene rato que no veo uno en la playita, ok, a mi lista de cosas pendientes por hacer, espero tener a alguien tmb con quien compartirlo =). jiji.
en fin, espero por leer a ver que pasó con la señora mamá de chumis. ;).
Esta historia me encanta... es como las fotonovelas... bueno sin fotos pero con entregas semanales.... buena muy buena... se nota que hay ammorrr!!!
ResponderBorrarhola!
ResponderBorrartu post es tan cursi! y linda y simpatica jajaja
creo que llevo un ratote diciendo awwww
:P jaja
bueno bye!
por cierto que jotiblog tan chido :P
No manches chumina!!! me dejas bien picad siempre! esa pelea que tuviste porque no se dejaba comprar cosas, creo que a muchas nos ha pasado...jaja...
ResponderBorrarEsperaré ansiosa la otra parte...
Kisses...
Ciao
Chumina!!! Como siempre nos dejas en ascuas!!! Ké más sigue??? Keremos saberlo!!!
ResponderBorrarEsperaré la proxima entrega de tu historia!!! No seas cruel y no tardes en postearla!!!
Te dejo saludos!
waa ia kiero leer la siguiente parte!!
ResponderBorrarmui shido su blog sigan asi : )
io apenas hice el mio..
pinche perra nada màs nos dejas picadas!!!joer...ya escribe màs y màs
ResponderBorraresperando por el siguiente capítulo ...
ResponderBorrarentiendo perfecto ese sentimiento de 'dolor' ... no es algo tan feo y fuerte, quizá sin intención de la otra persona ... pero como hace que te sientas mal,
jaja, buena historia ehh...oigan el fashion show de victoria's secret ya fue...rifo!:)...
ResponderBorrarse los recomiendo
Alessandra Ambrosio <3...mi amor
jajajaja y cada vez màs me encanta releer cuando te descubro tu lado oscuro
ResponderBorrar- No nos van a ver, mira aquí tapo yo al abrazarte, dame un besito, ¿sí?
Alo, me topé de pronto con tu blog y la verdad me divirtió bastante jaja tienes una manera linda de escribir
ResponderBorrarojalá pases por el mío
Rojo