domingo, noviembre 26, 2006

¿Somos iguales o diferentes?

Bueno, este artículo se lo agradezco a Saudade...(Saludos por cierto hasta donde estés y para que veas,lo dejé íntegro!!!!!) y si yo tuviera que responder a esta pregunta, respondería, sí, si somos iguales y que la única diferencia que existe es: La preferencia.

"Somos iguales. Homosexuales y heterosexuales somos básicamente iguales; la única diferencia se queda en las sábanas." El comentario se deslizó en una conversación tan errática que rápidamente transitó por otros rumbos. Produjo algún encogimiento de hombros, una sonrisa breve y una mirada dubitativa, pero no desató polémica. La pregunta quedó en el aire: ¿de verdad somos iguales a los bugas?


I.
Quien elaboró esa sentencia tan contundente sobre la igualdad curiosamente parecía lesbiana. Y digo curiosamente porque no creo que esa reflexión se les ocurriera a los bugas o la plantearan para sí. La heterosexualidad es el referente; los gays nos preguntaríamos: “¿Somos iguales a los bugas?”, en tanto que ellos formularían el interrogante inverso: “¿Son iguales a nosotros?” Me cuesta mucho trabajo imaginar que un buga se plantee esta comparación en términos de su propia identidad.

En fin, el caso es que parecía lesbiana. Aunque no podría decir con exactitud en qué consiste "parecer lesbiana", hay algunos indicadores más o menos confiables, como bien sabemos las lesbianas, sobre todo si se toman en conjunto. La mujer en cuestión tenía el pelo corto y arreglado con naturalidad (sin broches, peinetas ni listones); en su rostro no había ni una remota señal de maquillaje, aunque lucía una ligera coloración en los labios; las uñas cortas y sin barniz. Además iba vestida con un conjunto -saco y pantalones color gris- y botas. Su sola imagen parecía contradecir lo que decía. Si somos iguales a las bugas, ¿cómo es entonces que podemos distinguirnos, identificarnos unas a otras aun sin decir una palabra y en contextos adversos? Si somos iguales, ¿qué sentido tiene decir que alguien parece lesbiana o parece buga?

Las diferencias no se agotan en la forma de vestir. Además las modas son engañosas, porque las concepciones de lo que debe ser masculino y lo que debe ser femenino -entre ellas, por supuesto, las que se refieren al arreglo personal- cambian sensiblemente en tiempos y lugares diferentes. Ya lo sabemos. Hace algunos años, un hombre que usara un arete era considerado gay sin ningún atisbo de duda, pero ahora hay muchos bugas que lo hacen. Es sólo un ejemplo. Pero aun con las modas cambiantes, homosexuales y lesbianas nos vestimos de manera diferente que los bugas. Entre otras ventajas, eso nos permite ligar con más facilidad que si pareciéramos todos iguales.

II.
Esa posibilidad de ligar a partir de las apariencias, reforzada por el lenguaje y las referencias a nuestros sitios de reunión, fue lo que permitió un acercamiento entre Susana y Elizabeth, cuando ambas hacían cursos de posgrado en Europa. No se conocieron en un bar ni en una disco de lesbianas, sino en una universidad. Se identificaron, hablaron de temas de interés común y al cabo de un tiempo se hicieron pareja.

Al concluir sus respectivos cursos decidieron instalarse en México, país natal de Susana, donde Elizabeth también podría encontrar trabajo. Vivieron juntas durante algunos años, hasta que Susana murió en un accidente automovilístico. En menos de una semana, su familia había llegado a despojar a Elizabeth de todas las cosas que habían pertenecido a su pareja (cuadros, discos, libros, ropa, etc.) y a solicitarle que desocupara el departamento que la misma Susana había conseguido con un crédito de interés social.

La misma situación, si se hubiera tratado de una pareja buga, habría sido totalmente distinta. Aun suponiendo que la familia hubiera mostrado el mismo comportamiento agresivo y petulante, la esposa habría tenido muchos otros recursos. Habría podido ser la beneficiaria del crédito, habría recibido una pensión por viudez, tal vez un seguro de vida, y muy probablemente habría podido conservar las cosas de la pareja amada.

En este terreno no hay duda alguna. Las lesbianas no tenemos los mismos derechos que las bugas. Ciertamente, podemos contratar un seguro de vida y nombrar directamente a nuestra pareja como beneficiaria, podemos hacer un testamento y heredarle nuestros bienes. Pero si no hay una disposición expresa en este sentido, la pareja gay, bien lo sabemos, queda muy desprotegida, sujeta a lo que la familia decida.

Si somos iguales, ¿por qué no disfrutamos los mismos derechos? Quienes nos relacionamos con mujeres de otros países conocemos una pesadilla que de manera intermitente aparece en nuestras vidas: los trámites migratorios. Los bugas pueden garantizar la residencia legal en el país por el solo hecho de casarse; para nosotras las cosas no son tan sencillas: hay que buscar un trabajo con ciertas características, un plan de estudios de tiempo completo o un matrimonio por conveniencia. Ninguna de las tres cosas es imposible, pero si somos iguales, ¿por qué tenemos que enfrentar dificultades adicionales?

III.
Las diferencias no están sólo fuera de nosotros ni el panorama es tan dramático. Es más, en algunas circunstancias -las que nosotras mismas hemos construido- tenemos ciertas ventajas.

Cuando Marisa cumplió 40 años decidió festejarlo en grande. Organizó una fiesta espectacular con casi cincuenta mujeres, en su inmensa mayoría -de manera no sorprendente- lesbianas. Entre las pocas bugas estaba Yadira, quien por cierto no era la primera vez que asistía a una reunión de mujeres. Había estado también en bares de ambiente y en alguna disco que ostentara una bandera de arco iris. Aun así, en esa fiesta estaba particularmente sorprendida. Tenía ojos de plato. Y como además eran de un color azul intenso, brillaban en la oscuridad como muestra inconfundible de su asombro.

¿Qué era lo que pasaba? ¿Qué podría haber estado sucediendo para causarle tanto estupor? La primera vez que había ido a una fiesta de lesbianas se había divertido con las bromas, las anécdotas y los comentarios que flotaban en el ambiente y después había pedido la traducción de algunas expresiones: “Es buga", "Es un lugar de ambiente", "La que no jala arrastra", "Era de las canallas"... y algunas otras que ya han quedado en desuso.

Pero en la fiesta de la que hablamos había algo más. Las mujeres ahí reunidas se veían muy contentas. No sólo reflejaban la alegría pasajera de disfrutar un baile, una conversación o una copa el sábado en la noche: denotaban una felicidad más profunda y más auténtica. "Se nota -me dijo después de varios recorridos visuales- que les va muy bien a estas chavas. Esos semblantes no se encuentran en una fiesta buga".

Debo reconocer que el comentario me tomó por sorpresa; no se me había ocurrido escudriñar los rostros de mis amigas. Algunas de ellas bailaban salsa en un espacio que por lo reducido exigía mayor proximidad de los cuerpos; otras platicaban en una esquina, con las botellas de cerveza -no vasos, por supuesto- en una mano que las sostenía con desenfado. Una más revisaba los discos, otra arremetía contra las botanas, muchas hablaban mientras se abrazaban afectuosamente, algunas parejas se hacían caricias ocasionales o se besaban largamente. Total, nada extraordinario. Era sólo una fiesta de lesbianas.

"Son mujeres que están aquí, ligando, sin tener que preocuparse por lo que dirá o pensará el marido, ni por lo que van a hacer de comer al día siguiente". En unas cuantas palabras había sintetizado la cotidianidad de sumisión y dependencia de muchas mujeres y advertido que en ese terreno, el de las relaciones de pareja, las lesbianas nos manejamos con mucha mayor libertad. Creamos espacios más equitativos, resolvemos los problemas más en términos de discusión -incluso confrontación- que de manipulación y obediencia. Además, en la comunidad lésbica hay muy pocas amas de casa y por ello no resentimos ese particular aislamiento, ni la abulia y la falta de reconocimiento que resultan tan dañinos para la autoestima.

Tenemos más relaciones, conocemos a más gente y establecemos vínculos más libres y también más duraderos. Se acaba la pareja pero continúa la amistad. En esa fiesta, cuya concurrencia tenía, en su mayoría, entre cuarenta y cincuenta años, el promedio de parejas, es decir, de mujeres con quienes se había compartido la casa, la cama, la despensa y el baño, era aproximadamente de cinco o seis. ¿A cuántas bugas conocemos que hayan tenido cinco o seis matrimonios? Y esas pocas seguramente han causado escándalo y son tachadas de promiscuas, ninfómanas o por lo menos de inestables.

Pero hay algo más en nuestras relaciones. Por lo general tenemos buen trato y de hecho solemos ser amigas -incluso muy cercanas- de nuestras ex parejas. El proceso no es tan sencillo ni se da de manera automática. Digamos que hemos inventado y aprendido una forma diferente de vivir nuestras rupturas

IV.
Rosalía y Patricia vivieron juntas durante casi cinco años, en los que hubo de todo: atracción mutua, deseo incontenible, planes interminables, gastos compartidos, comprensión de las necesidades de la otra, rutinas aburridas, pleitos de diversa intensidad, amigas comunes, desencantos inexplicables, mentiras piadosas, hastío, remordimientos. Un día, Rosalía conoció a otra mujer que le robó el corazón y la mente. Después de algunas semanas se organizó la mudanza, entre sollozos y reclamos, por un lado, y alegría contenida y mal disimulada por el otro.

Patricia sufrió intensamente; empapó la almohada con el llanto pegajoso de la madrugada, se refugió en las amigas –cómplices, confidentes-, esperó inútilmente a que sonara el teléfono y paulatinamente fue recuperándose. En realidad se repuso con relativa facilidad. Ciertamente, su proceso de duelo fue más rápido que, por ejemplo, el que habría tenido una buga abandonada por el marido.

Después vino un periodo de calma, de reorganizar la casa, los tiempos y las actividades sociales (por ejemplo, ir a fiestas como la que tanto sorprendió a Yadira) y finalmente apareció un nuevo amor. Otra vez se ilusionó, se arregló con esmero para cada cita, volvió a conmoverse ante un atardecer compartido, habló de su pasado y destinó su energía a un futuro que le entusiasmaba. Entonces pudo reencontrarse con su antigua pareja sin resentimientos ni rencores y aceptó a la nueva compañera de Rosalía sin mayores complicaciones. ¿A cuántas bugas conocemos que puedan realmente ser amigas de la actual esposa de su ex marido?

Somos diferentes. Nos relacionamos con la gente –nuestra pareja, nuestras amigas, nuestra familia- de manera muy distinta que las bugas. Tal vez por ello nuestros rostros reflejan alegría y optimismo en lugar de frustración y amargura, en palabras de esa observadora externa.

V.
No todo es miel sobre hojuelas. En la expresión pública de nuestros afectos nos vemos frecuentemente reprimidas. Los bugas se abrazan, se besan y se fajan en la calle sin el menor titubeo y sin que nadie les diga una sola palabra. Si nosotras lo hacemos es todo un desafío y en numerosas ocasiones tenemos que enfrentar desagradables consecuencias. De hecho los dramas policiales aparecen en nuestras historias con mucha más frecuencia que, por ejemplo, en las historias de los bugas.

Si somos iguales, ¿por qué no podemos demostrar nuestro cariño, nuestro deseo, con la misma espontaneidad que socialmente se les permite a los bugas? Y las restricciones, como bien sabemos, no se quedan en los besos furtivos y los fajes callejeros. Sin llegar a los extremos que vivió Elizabeth tras la muerte de Susana, sabemos de muchas otras formas de segregación y discriminación: familiar, escolar, laboral, social.

En síntesis, ser lesbiana no es sólo una preferencia sexual: es una opción de vida. Al decidir relacionarnos con otras mujeres elegimos una forma diferente de actuar, de socializar, de divertirnos, de vivir. Tal vez por eso, en lugar de tener entre las manos, por ejemplo, la revista Hola, estamos leyendo Las Amantes de la Luna.

13 comentarios:

  1. Anónimo12:51 p.m.

    Saludos,

    La construcción de una identidad sexual no es un valor universal. Hablar de "ellos", los bugas, y "nosotros", los gays, resulta demasiado simplista. Más allá de las preferencias sexuales, las diferencias entre una persona y otra son claras e innegables. Otra cosa son los derechos, en donde no debe haber diferencias.

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  2. Anónimo7:31 p.m.

    En realidad las diferencias pueden ser muchas, pero todo depende de la perspectiva... y de las experiencias particualares de cada quien, conozco mujeres que padecen y se someten y no son tan felices siendo gays, no se si los bugas o los gays son mas felices solo se que yo como les soy muy feliz, me divierto y me gusta ser quien soy aunq... para mi desventaja mi manera de vestir a veces no me permite que alguna linda niña me reconozca como les.. pero bueno me gusta ser jota como soy.. si con cabello largo, botas altas, maquillaje y demas joterias...

    somos iguales... pero nos tratan diferente... porq ELEGIMOS diferente... felizmente diferente!!! alguna que quiera cambiar para que la traten igual?? yo nop...

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  3. Anónimo8:52 p.m.

    Buenísimo artículo. Gracias chicas !!!!

    Hay ciertos valores dentro de las comunidades lésbica y gay que no son sólo rescatables, sino más avanzados que los equivalentes entre los bugas. Como la libertad en el amor, el respeto al otr@ (la pareja), el esforzarnos por hacer nuestro trabajo mejor que los bugas para que se nos reconozca por ese trabajo y no por con quien nos acostamos, la sexualidad más libre, en fin...

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  4. Anónimo11:05 p.m.

    sToY tOtAlmEnT DeAcUeRdO... OsEa SoMoS SeRs HuMaNOs A KiEN Le ImPoRTa Lo KE HagAmOs N La CaMA!!
    HaCe TIeMpO CrUZaBA UN PRk D mI cD, MjOr cOnOcIdO CoMo El BoSk, IbA CoN uNA ChiK Y sE Nos hIzO faCiL DsMoStRaRnOS El CaRiNo, AtRaCciON O lO kE hAyA SiDO cOn UN bSO... Ja No lO hUbIeRa HeCHO, NO CAYERoN uNoS PoLIs Y NOs aMENAzRoN cOn lLeVaRNOS A BAranDAs , NoSOtRAS tODaS mNsAs aCePtaMOs DaRLes UnA lANa Para K noS DjArAN MPAz... oSeA k Pdo CoN NtrA SocIEdAd!!!!!!!!

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  5. Anónimo1:31 a.m.

    me imagino que soy un buga sacame de la ignorancia pero creo somos iguales al inicio y al final lo que hacemos enmedio ya es cosa nuestra!!

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  6. Oscar: si te refieres a que eres heterosexual, sí eres buga.

    Yo también creo que somos iguales, el problema es que la mayoría de la gente nos ve diferente.

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  7. PEro tambien Dargelos tiene razón, yo también he percibido la idea de querer hacer una comunidad aparte, si de por sí creo que estamos pagando por aquellos quienes han sido discriminados en otro tiempo y ahora, somos nosotros o un gran porcentaje de la "comunidad" gay que se segmenta así mismo con comentarios tipo (no te enojes pero te voy a parafrasear eh) "el lugar estaba lleno de lesbianas" obvio!! pq no decir mejor "el lugar estaba lleno de mujeres"...o típico cuando vas al antro y dices "hay mucho gay" ¿pues que acaso no podemos decir "hay más chicos que chicas" no sé! nosotros mismos tendemos a discriminarnos y segmentarnos.

    Ya te extrañaba Dargelos!

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  8. Anónimo12:15 p.m.

    Iguales - Diferentes

    Somos las dos cosas:

    Soy igual a cualquiera porque nací siendo del género humano, soy un ser pensante y social; soy ciudadana y por lo tanto tengo los mismos derechos, obligaciones y responsabilidades que cualquiera.

    Soy diferente porque me distingo de l@s demás por mi individualidad, porqué el entorno ya sea cultural, económico, social, etc. en que crecí, me marcó de manera diferente.

    Mi preferencia sexual me hace al mismo tiempo igual y diferente. Igual que cualquier ser humano que responde al contacto sexual y emocional con otro ser humano. Diferente porque en esta civilización de la mujer-hombre esta negada la posibilidad de manifestarse de manera diferente a la norma establecida.

    Como lesbiana soy igual a una buga porque tengo un cuerpo femenino y porque soy discriminada igual que ella por ser mujer. Todo es igual en ella y en mí.

    Soy diferente por los crímenes de homofobia perpetrados a mis iguales; por vislumbrar maneras diferentes de relacionarme; por tomar en mis manos la decisión de mis actos; por entender que el mundo no es como nos lo habían vendido, sino que es un mundo de posibilidades y por más que nos quieran globalizar, somos diversos y plurales.

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  9. Anónimo1:31 p.m.

    Bueno, ya entradas en polémica, Lencha te contestaré a algo que yo te dije.

    Haideé: "el lugar estaba lleno de lesbianas"

    Lencha: obvio!! pq no decir mejor "el lugar estaba lleno de mujeres"...

    Haideé: Porqué para mi, siendo lesbiana, me lleno de orgullo comprobar no ser la única de mi gremio interesada en cuestiones de índole social que nos incumbe como comunidad; en ese caso fue el día de la no discriminación donde participaron Carlos Monsivaís y Alejandro Encinas jefe de Gobierno del D.F. donde Encinas anunció la firma de la Sociedades de Convivencia.

    Lencha tienes tu parte de verdad, en cierto sentido si debí de nombrarlas como mujeres tan sólo.

    Y para terminar Lencha he de decirte que las mujeres de preferencia sexual lésbica son poco participativas y ver el recinto lleno de las que siempre luchan por abrirles el paso a las que vienen detrás me hizo sentir que vale la pena seguir adelante.

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  10. Nnnn Haideé....sí, que bueno que había mujeres cuya preferencia es la mia..el problema es que ese discurso, esa frase, esa sensación de "he aquí el paraíso de lesbianas" o "te presento a fulanita, es lesbiana" ...o...te presento a menganita y me volteo y te digo "es lesbiana eh" es hasta cierto punto para mí, peyorativo, somos mujeres y amamos, da igual la preferencia, pedimos igualdad..empecemos por no segmentarnos nosotras!!!...yo no llego y me presento hola soy fulana y soy lesbiana..claro que no!!..ni siquiera la gente de otras religiones se presenta así..jamás he escuchado a nadie decir "hey soy fulanito y soy católico, o judío, o mormón etc etc...porque sería segmentarse más! la preferencia sexual, política, religiosa profesión etc..son cosas que surgen sí, pero también son cosas que no son tarjetas de presentación!!..por eso a mí, en lo particular no me gusta que digan "hey vamos a un lugar lleno de gays" por poner un sólo ejemplo.

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  11. Anónimo3:48 p.m.

    Pareciera un dialogo entre tú y yo, pero no podía dejar de comentar tu última opinión:

    Lencha: somos mujeres y amamos, da igual la preferencia, pedimos igualdad..empecemos por no segmentarnos nosotras.

    Haideé: Cuando llegué el día en que como las heterosexuales no tengamos que ocultar nuestra preferencia sexual por temor a la descriminación, como lo hace la mayoría de las lesbianas.

    Cuando no tengan que estar encerradas miles de mujeres en el closet y que se tienen que casar y tener hijos, deseando a otras mujeres.

    Cuando nuestras familias lésbicas esten reconocidas en el plano jurídico y gozar de los mismos derechos que el matrimonio.

    Hasta entonces es importante nombrarnos, SOMOS LESBIANAS, no somos entes invisibles, enexistentes. Existimos y estamos aquí.

    Lencha: ...la preferencia sexual, política, religiosa profesión etc... pero también son cosas que no son tarjetas de presentación!!..

    Haideé: Cuantas lesbianas no he conocido que antes que decir pío, dicen: Son Lic., Dr., Mtra.,; o trabajo en esto, soy esto, tengo esto. Esas son sus tarjetas de presentación.

    Lencha: a mí, en lo particular no me gusta que digan "hey vamos a un lugar lleno de gays

    Haideé: Si es de forma peyorativa no, a mi tampoco. A mi me encanta saber que vamos a un lugar lleno de lesbianas; hace varias décadas ni eso teníamos y son logros.

    Y despues de este rollo, mis respetos a ti Lencha, a tus colegas Chumina y Lesbicienta por este espacio, es muy diverso.

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  12. Anónimo4:41 p.m.

    im sorry... pero debo discernir de quienes opinan que todos somos iguales...

    afrontémoslo... todos somos distintos... el asunto aquí no trata de ser iguales o no, sino de la equidad... que son cosas muy distintas...

    ejemplo:

    la igualdad laboral entre un hombre y una mujer, significa que si el hombre carga un saco de 50 kilos de cemento, la mujer debe cargar un saco de 50 kilos también...

    equidad más bien, sería establecer mecanismos laborales segun los cuales, un hombre y una mujer tengan oportunidad de acceder a un mismo puesto, pero sin que sus diferencias le afecten...

    el hombre y la mujer no son iguales, por lo tanto no deben ser tratados como iguales... se les debe tratar equitativamente...

    ahora, entre bugas y LGBT, es lo mismo... no tenemos que aspirar a los MISMOS derechos que los bugas porque NO SOMOS IGUALES... en lo personal, considero que el matrimonio es una institucion heterosexual relativamente ajena al colectivo gay, y si el colectivo gay aspira al matrimonio, es por razones culturales derivadas de la educación y el inconsciente colectivo... realmente, se debería luchar por crear una institución ad hoc al colectivo, y no tratar de copiar a la calca la institución... ahora, eso en cuando a institución cultural... porque legalmente hablando, sí considero que los derechos deben ser los mismos... no tanto por ser matrimonio o amasios o whatev... sino simplemente porque son una PAREJA y ya... sin dar más explicaciones...

    y ahora...

    respecto a la otra discusión sobre "estaba lleno de lesbianas"... mmm... igual y no entendí cómo iba la discusión... pero weno...

    a mi me enseñaron que no es lo mismo tolerar que respetar... y es una reverenda estupidez luchar por obtener la tolerancia de la sociedad... por ejemplo, los panistas toleran a los perredistas, pero los aborrecen... el término y concepto que se debería buscar alcanzar es la otredad... aquel en el que la situación del otro nos es, digamos... indistinta... algo así como que tolerar es "eres gay... y no importa que seas gay... pero me da asquito y mejor no te me acerques ni a mis hijos... se gay allá donde no te vea", y la otredad es algo así como "eres gay, y la neta, me da igual... es como que te gusta el chocolate y a mi la fresa"... espero darme a entender... y bueno, respecto al sentido peyorativo... en parte tiene razón la lencha.. pero pues... finalmente para los bugas solemos ser así como que algo no tan común... y siempre tienden a señalar con el dedo lo que no es tan común... a mi siempre me ha sido x, nunca lo he tomado a mal... pero pues bueno, supongo que es cuestión de sensibilidades... en el asunto de la otredad, pensaría algo así como que "weno, eres buga, y no sabes una %&$·* sobre la homosexualidad, por eso haces comentarios tontos al respecto... pero no importa, porque sé por qué lo haces, y no tiene importancia"...

    y ammm... hasta donde yo se, la homosexualidad no es una "preferencia" ni una "opción" de vida... eres y ya... no lo escoges... lo que escoges, eso sí, es llevar un estilo de vida alrededor de ello...

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  13. Bueno, lo que pasa es que siento que no nos gusta mucho la palabra "lesbiana" en general, quizá por complejo o por la mala fama que nos han hecho, no sabría decir.

    Pero lo cierto es que lo he oido de muchas lenchas que conozco.

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