El reencuentro con Ro, parte 1

Sé que ya leyeron por ahí que Ro también fue al D.F. este fin de semana y quieren saber qué pasó entre nosotras. Bueno, la historia comienza desde antes.

Terminamos hace un año, pero nos costó mucho separarnos. ¿Cómo alejarme de la que fue mi mejor amiga por 4 años?

Después de unos meses, yo traté de que habláramos cada vez menos y a partir de ahí comencé a sentirme más tranquila, pensando que eventualmente me desprendería de ella.

Muchas veces Ro me llamaba y me decía que me quería y extrañaba, pero no pasaba mucho para que yo me diera cuenta de que eso no significaba que ella quería volver conmigo.

Ahora que lo veo en retrospectiva, en el fondo siempre pensé que Ro sólo se estaba negando a lo que sentía por mí, pero después de toparme varias veces contra la pared, decidí dejar de creerlo.

Empecé a endurecerme, a no decirle nada cuando me decía que me quería. Yo sentía que a Ro le dolía, pero había llegado a un punto en el cual tenía que empezar a cuidar de mí misma, a pensar primero en mí, a cuidar de mis sentimientos.

En algún momento, la tristeza se convirtió en coraje. Le dije que me costaba mucho que ella fuera tan linda conmigo y saber al mismo tiempo que no me amaba. Ro se sentía mal y decía que quizás lo mejor sería dejar de hablar, pero algo pasaba: yo siempre terminaba pidiéndole que no dejáramos de hablar.

El 7 de mayo, fecha en la que cumpliríamos 5 años, yo esperaba que ella no me llamara. Pero llamó. Nos hicimos tontas un buen rato, platicando cosas sin importancia. Hasta que por fin me dijo: "No podía dejar de llamarte hoy". Platicamos bien, con una mezcla de nostalgia y buenos recuerdos.

Empecé a pensar que quizás querría volver conmigo y me cuestionaba mucho si debía preguntarle o no, hasta que llegué a la conclusión de que prefería saberlo, aún cuando la respuesta fuera no, con tal de cerrar el ciclo y dejar de sufrir.

Así que un día le dije: "Quiero que me digas cuáles son tus intenciones conmigo, no me lo digas ahorita. Quiero que te tomes un par de días y lo pienses, porque quiero una respuesta amplia. Quiero saber qué quieres."

Cuando hablamos me dijo que sus intenciones eran buenas, que ella quería ir a verme al D.F. y ver qué pasaba, a ver qué sentía.

- ¿Ver qué pasa?
- Sí...
- ¿Necesitas verme pasa saber qué sientes?
- Sí, bueno...
- Después de un año, ¿todavía necesitas tiempo para pensarlo?

Le hice un pancho como nunca lo había hecho. Le reclamé, saqué todo lo que sentía, no me contuve nada. Ro me pidió perdón, me dijo que no era su intención lastimarme pero que no se podía permitir seguir haciéndolo y dijo que ya dejaríamos de hablar.

Quedó de sólo llamarme a principios de este mes, cuando operaron a mi papá, para saber cómo estaba y ya después de eso no volveríamos a hablar.

Le dije que aunque sí necesitaba que se alejara de mí, quería que cuando supiera lo que ella quería me lo hiciera saber.

Nos despedimos horas de horas, recordando tantas cosas, tantos buenos momentos. Me sentí tranquila, con la confianza de que las dos estaríamos bien.

Sentí un alivio tremendo de por fin poder cerrar ese ciclo. Los días que siguieron pensaba que la extrañaría pero también sabía que era mejor quedarme con un buen recuerdo de ella a seguir sufriendo por algo que no podía ser.

Cuando me sacaron sangre, me llamó para ver cómo estaba. No me resistí a hablar con ella porque sé que ella sabe lo que me cuestan las agujas.

Luego, después de varios días, me llamó un día tarde en la noche y me dijo que había pasado como tres horas tratando de decidir si me llamaba o no.

Empezó a decirme que había pensado mucho las cosas y que sentía que estaba cobrando fuerzas para luchar por mí. Me dijo un montón de cosas lindas pero yo estaba medio dormida y la verdad no recuerdo mucho.

Después de eso volvió a hablarme y a insistir que quería que le diera una oportunidad. Me di un sacón de onda tremendo. Yo llevaba un año convenciéndome de olvidarla, por fin estaba soltándola y ahora ella quería todo de vuelta.

Hablábamos y yo dudadaba mucho, le pregunté por qué ahora, por qué ya que nos despedimos, por qué tantas cosas. Yo no quería sentir que todo eso era por el deseo que uno tiene de tener lo que ya no puede tener.

Ro insistió en que no se trataba de eso, que finalmente había entendido muchas cosas, que el proceso de todo un año había culminado y por fin se sentía segura de que lo que quiere es estar conmigo.

Le pedí unos días para pensar las cosas porque francamente estaba muy confundida. Por un lado pensaba en si volvería a tropezar con la misma piedra al volver con ella, en la posibilidad de que me rompiera el corazón otra vez. Por el otro lado pensaba: ¿Y si no le doy la oportunidad y luego me arrepiento? ¿Y si estoy luego ya con alguien y todavía sigo pensando en ella?

Tenía que quitarme la espinita, así que le dije que tenía luz verde para hacer su lucha, con ciertas condiciones, pidiéndole que entendiera que yo tenía un muro alrededor del corazón y que me costaría ir derribándolo.

Faltaban dos semanas para la Marcha. Estuvimos hablando y hablando por teléfono y conforme se acercaba la fecha, me daba más emoción saber que la vería de nuevo.

Ro, que siempre se angustiaba mucho por los viajes por la eterna preocupación de que su mamá se enterara, me dijo un día que ya le inventaría algo, que no importaba nada, que ella iría a verme. Me sorprendió muchísimo porque francamente era algo con lo que luchamos siempre. Y la verdad, ese y otros detalles me ablandaron y me ayudaron a ver sus buenas intenciones.

Finalmente, llegó el día. Yo llegué al D.F. a las 11 a.m. El levantón lencho pasó por mí y nos fuimos a hacer el check in al hotel y luego a comer algo. Frifo, súper amable, se ofreció a acompañarme a buscar a Ro. Yo trataba de no pensar, dejar a ver cómo sentía en el momento.

Llegamos a la terminal de autobuses y busqué a Ro con la mirada. Le timbré al celular y de pronto, noté su sonrisa. Colgué y nos acercamos hasta quedar una frente a la otra. Nos abrazamos fuerte, muy fuerte, sin soltarnos.

Nos miramos a los ojos y nos hablamos quedito. Fue como si nos hubiéramos visto ayer, como si nada de este tiempo hubiera pasado. Éramos nosotras otra vez. Salimos del ensueño por un instante y le presenté a Frifo.

Tomé de la mano a Ro y salimos juntas de la terminal.

Esta historia continuará...